domingo, 23 de septiembre de 2018

Guadalupe Iglesias. AL FIN LA LUZ.


Guadalupe Iglesias.  AL FIN LA LUZ.


Leonardo Padura cumplió su compromiso.  Y vino a Toledo.  Con Lucía, su esposa.   Y anduvimos por las calles mágicas de esta ciudad, conociéndonos y confesándonos.  Más allá de la pluma, Padura es un hombre generoso en la conversación, de palabra y mirada claras, un regalo de la vida que me enlazó a dos promesas.  La primera, ahorrar lo suficiente para comprarme un vestido de una firma cara para cuando tenga que acompañarlo a Estocolmo.  La segunda, leer Al fin la luz de Guadalupe Iglesias, novela que prologa el propio Padura.

Cuando encargué a Alberto -mi sonriente librero- este libro, me encontré con una edición de Huso mimada, donde sus páginas no tienen prisa, una fiesta en blanco y negro de palabras y citas y canciones y fotos.  De espacio para la emoción al final de cada capítulo, de lectura que se te agarra al alma, irremediablemente.

Guadalupe Iglesias, Lupe como le gusta que la llamen, nos cuenta su durísima experiencia cuando se ve afectada por una enfermedad llamada retinosis pigmentaria que la convertirá en una persona ciega.  Pero el libro, lejos de ser un lamento o recrear lo doloroso del proceso, la frustración, el pesar, la injusticia, el por qué a mí, lo funesto que a veces aparece en nuestras vidas, es todo lo contrario.  Es un elogio a la superación.  Es la prueba sorprendente y vibrante de que el ser humano puede superar las experiencias más traumáticas con el apoyo de los seres queridos, con una voluntad de hierro, con la certeza de que nadie vivirá nuestros días por nosotros.

Agosto es un mes complicado.  Siempre he sentido que viene sigiloso para enredarte en una red melosa de canto de sirena y si no estás alerta te conduce desde la gozosa holganza a la acechante tristeza.  Al menos así es para mí.  Al fin la luz vino a mi agosto para hacer un trueque: cambiar las lágrimas repentinas, traidoras, desleales, por otras que han sido sonrisa, admiración, empatía, amistad.  A medida que iba leyendo este libro lo iba comentando con su autora porque a cada rato necesitaba decirle cuánto estaba deseando darle el abrazo que me faltaba.  Su abrazo me llegará por fin el jueves 27 de septiembre, cuando presentamos Al fin la luz en el salón de actos de la ONCE de Toledo.  Por cierto, espero que venga todo el mundo pues como dice Lupe con mucha guasa, que no sólo vengan personas ciegas porque lo importante es vender también el libro en papel. 

Cuando lees Al fin la luz no sólo se tiene la oportunidad de asistir a una de las muchas historias de superación personal que podemos conocer.  Quedarse ciega en la edad adulta, con una hija de seis años, con todos los proyectos truncados, con la rabia y la negrura, no son ni por asomo los motivos que conducen a la emoción.  El lector de este libro se asombra más de la cantidad de veces que lee, que escucha con el corazón “yo soy una privilegiada”.  No seré yo quien cuente su experiencia, para eso ya están las páginas que Lupe ha escrito con tanta verdad, aunque sí me gustaría dejar constancia de lo que suponen para el lector, de lo que a mí me ha anegado, me ha zarandeado, me ha devuelto la vista.

Con Lupe he visto Madrid de otra manera.  Lo he disfrutado con la dimensión del sentimiento.  He sentido la caricia del sol en un banco de un parque de Barcelona.  He recreado el cuadro de La rendición de Breda y todo el Museo del Prado como nunca antes lo había percibido.  He vuelto a tomar ron cubano con Carlos el Flaco, el amigo común de Lupe y Padura, ahora consciente de verdad de su silla de ruedas.  He escuchado Yo quiero tener un millón de amigos, de Roberto Carlos, como si fuera la primera vez.  Me he inquietado cuando he sentido un fuerte tirón de orejas de Guadalupe Iglesias: “necesitaría que mis días tuvieran treinta horas para poder hacer todo lo que quiero”.

Y de regalo, asumo una tarea bien hermosa.  Ahora cada día elijo dos imágenes para fijarlas en mi memoria, para atraparlas. Y valoro más que nunca ver y mirar con atención la cara de mis hijas.

El Festival del cine y la palabra, CiBRA, les invita a la presentación de Al fin la luz, de Guadalupe Iglesias, el jueves 27 de septiembre a las 18:00 horas en el salón de actos de ONCE, calle Reino Unido 10, en Toledo.



domingo, 19 de abril de 2015

Laureano.

Laureano es el compañero de habitación en el hospital donde está ingresado mi suegro.  

Mi suegro se llama Manuel, Manuel Armengod Sorribas.  Lo escribo completo porque él ya no sabe quién soy, no me conoce ni sabe mi nombre.  Pero yo sé el suyo y sé de él.  Y aunque sonría delante de mí, una extraña, cuando le digo que estoy muy enfadada porque no me recuerda, yo me quedo con su vida y con su bien hacer.  Manuel Armengod Sorribas es un buen hombre y así quedará en nuestro pensamiento y en nuestro corazón, para siempre.  

Laureano nació en 1927 y tiene una mente lúcida y una conversación presumida.  Le gusta que lo escuchen y a mí me encantó hacerlo durante horas.  

Laureano tiene 88 años y se peina el pelo él solo ahuecándolo en los lados porque si se es presumido se es para todo.  Quiere colonia y quiere ser atractivo.  A mí me cautivó, así que meta conquistada.

Laureano me contó de la Guerra Civil.  Él tiene su propia versión y no seré yo quien haga juicios sobre la vida de un anciano.  Mis padres y mis abuelos no fueron nunca al colegio pero me ensañaron sobre todo dos cosas: a ser agradecida y a ser respetuosa con los mayores.

Laureano me contó de Franco.  Me contó cómo se encontró una España destruida y saqueada, miserable y vacía y la llenó y la construyó y la rehizo y la sacó de la pobreza.  Está claro que mi pensamiento jamás defenderá a este dictador.  Pero yo no le pregunté por qué comenzó la guerra, por qué esa posguerra tan dura, por qué las cárceles, por qué las delaciones y por qué la injusticia durante cuarenta años.... Porque no debía y porque, además, yo sólo quería escuchar.

Laureano se despertó el viernes con la detención del Chorizo Rato.  A sus 88 años y después de una vida dura, durísima, es terrible ver para todos, pero sobre todo para los que han vivido estos últimos 80 años tantas españas, cómo se ha robado impunemente en este país y cómo se ha tratado a los que menos tienen. Mi abuelo José siempre repetía una frase como una letanía: "Al final a pagar el pocarropa".   Ay mis abuelos, es pensar en ellos y ponerme a llorar. Cuánto os extraño.....

Laureano sólo quería que todos ellos devolvieran lo que habían robado, y en eso estábamos de acuerdo.  "No hace falta que vayan a la cárcel, simplemente que devuelvan todo el dinero que se han llevado mientras se consentía arruinar a familias enteras.  Que se quede sin casa y que pida la ayuda de 400 euros mientras busca una mierda de trabajo y pide a sus familiares que lo acojan en una casa.  Que salga a la calle a comprar el pan todos los días delante de toda la gente a la que ha robado y de la que se ha reído".

Laureano tiene en sí mismo un discurso coherente.  Me encantaron frases suyas que se han quedado grabadas en mi memoria y que comparto: "Acabó la guerra y empezó el hambre".  "El hambre nos hizo vivir en comunidad porque todos nos ayudamos en el pueblo".

Laureano, a pesar de que defendía la figura del dictador me contaba que el hermano de su padre, su tío, fue reclutado para un "Comité de Vigilancia de los Rojos".  Cuando  entraron los Nacionales se echó al monte, donde sobrevivía con la comida que le llevaban familiares y amigos.  Pero el cura lo sacó del olivar donde estaba escondido y lo llevó a Toledo para ser "juzgado".  Nunca regresó.  Todos saben que lo fusilaron.  Así que convivieron con la tía viuda y sus dos primas, que hoy son sus hermanas.

Laureano repetía muchas veces como un estribillo: "Acabó la guerra y empezó el hambre".  Su conversación fluía en su verdad, en lo que vio y en lo que sintió.  En lo que tomó por convicción de vida diaria y eso no se puede juzgar.  No estudió, claro, a los diez años se convirtió en pastor y en el monte pasaba las horas.  Allí, aprendió los nombres de la Historia de memoria: "Franco abrió un Banderín de Enganche a la División Azul porque Hitler le pidió ayuda".  "El Alcázar de Toledo se convirtió en símbolo de la grandeza de Franco y el general Moscardó dio la vida de su hijo antes que salir del Alcázar".  "Desde nuestro pueblo se veían los reflejos azules y rojos de las bombas y de las batallas que se libraron en Toledo hasta que consiguieron echar a los Rojos".   

Laureano, esos reflejos azules y rojos son para mí un símbolo de esa guerra en azul y rojo donde todos perdimos.  Eso le dije, pero está sordo y sólo me sonrió.  Yo lo sé porque he vivido todos los días de mi infancia y primera juventud con mis abuelos y mis bisabuelos y con los vecinos.  Las historias de la Guerra Civil de personas como Laureano, Teresa, José, Luisa, Pilar, Manuel, Miguel, María, Ramona, Andrés... las tengo grabadas a fuego en mi corazón.  Teresa tan pequeña, con cuatro o cinco años, rapada la cabeza para distinguirla de las niñas vencedoras, apedreada y gritada: "roja, rojilla" mientras el hambre y la miseria la juzgaban por haber perdido una guerra de la que no sabía ni debería haber sabido.  

Laureano tiene su Historia.  También momentos felices como cuando "siendo novios, invitó a su Rufina a la plaza de toros de Olías a ver nada menos que a Luis Miguel Dominguín.  Allí estaba también Lucía Bosé, de novia del torero, y fue definitivo para que por fin Rufina consintiera casarse con él".  Eso es un golpe de suerte, Laureano.  

Laureano, luego subiré a verte.  A ti y a Manuel.  Te llevaré unos dulces porque quiero dártelos con un beso.  Me he enamorado de tu lucidez y de tu conversación, me has ganado con las palabras.  

Laureano, tendrás que perdonarme porque mis convicciones políticas son radicalmente opuestas y cuando me encuentro en conversaciones como la del viernes, me agarro en silencio a la mano de Inés y de Galán y de Comprendes.  De Cristino. De Manolita y de Antonio y de Isabel y Pilarín. Y el olor a clavo y a limón inunda el espacio donde estoy para darme la paz que traen las personas a las que no se olvida.

Laureano tendremos que tomarnos fuera del hospital un vinito para llegar a un acuerdo.  Yo supe de tu respeto y yo te ofrecí el mío.  Eso es lo que quizá falte en este país.  No consentir esta guerra financiera que ha arruinado a familias enteras, a los pocarropa, y que siga esta hambre sin que los que pensamos distinto digamos de una vez por todas que no a la injusticia.  Da igual la opción política que tomemos, la humana en las personas buenas siempre es la misma. 

Laureano, gracias por llenar con tus palabras mis silencios.  Espero que no te importe que haya contado un poco de nuestra conversación.

Laureano, un beso corazón.  Sé que tú también eres una buena persona.


EN EL PRINCIPIO

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Blas de Otero.
Pido la paz y la palabra.  1955.

http://platea.pntic.mec.es/~jdelucas/otero.htm



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domingo, 8 de marzo de 2015

Moni, Miri, Pili, Giova, Valen, Vinsen o Vicen. COMIENZOS.

Hoy es 8 de marzo, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER.  Un gran día para tener un poco más presente a todas nuestras mujeres, desde las más cercanas hasta las que son invisibles por el hecho de serlo, de ser mujeres.

Cada día es un reto, un comienzo.  Cada día hay que levantarse a Deshacer las cosas malas del mundo, donde podamos.  Y a Comenzar otras bonitas e ir levantándolas poco a poco.

https://www.youtube.com/watch?v=rmBQKG997qw

Repito esta voz que siento como mía...  

Este es el concierto del 21 de junio en el Príncipe Felipe de Zaragoza (supongo que le cambiarán el nombre al Pabellón deportivo) donde Bunbury hacía un guiño a los maños con una canción que me encanta de los Héroes del silencio.  Todo se quedaba en casa.  Cristina Abad, un beso.  
La primera vez en mi vida que me pido un día sin sueldo y Bunbury aún no lo sabe.... Supongo que cuando lo sepa me regalará esa chupa, por favor, de la Virgen de Guadalupe, por favor, por favor, virgencita.....

Cristina y Marta comienzan cada día a deshacer el mundo.

Comienzan mis compañeras de trabajo cada día con una sonrisa.  Con el cansancio acumulado, día a día, un día más, un día nuevo, con nuevas frases, con nuevos proyectos, con nuevas fuerzas siempre comenzando.  Adiós al cansancio. Se queda el trabajo bien hecho.  Siempre se queda.  Mis compañeras-amigas me arrastran en mi admiración por ellas a intentar deshacer las pequeñas cosas malas de este mundo.  Y comenzamos de nuevo.

Comienza mi madre cada día con un paso más firme.  Un paso más, un miedo menos.  Vamos mamá, un paso más y comienza otro día y atrás queda un pequeño bache que cortó el paso, pero no el caminar.  Camina, mami.  Eso deshará los miedos.

Comienzan mis hijas en sus notas de violonchelo.  Comienzan los días con el mejor regalo, su beso.   Comienzan las tuyas, tus hijas.  Comienza tu madre, comienza tu hermana, comienza tu amiga, comienza tu sobrina, comienza tu cuñada, comienza tu suegra, comienza tu profesora, comienza tu médica, comienza tu limpiadora, comienza tu chica, comienza la vida.  

Comienza su vida.  Comienza pero no sabemos.  No sabemos si hay sonrisa tras el velo, no sabemos por qué no saben.  No sabemos dónde están ni cómo es su voz.  Quizás deberíamos saber un poco más y deshacer las cosas malas.

Comienzan nuevas amigas: Moni, Miri, Pili.  Qué bonitas son! Comienzan y traen su vitalidad, sus carreras, sus cervezas, sus conversaciones tan agradables y divertidas.  Gracias.

Comienza la primavera y en ella comenzaran nuevas lecturas.  Yo os recomiendo la última novela de Antonio Muñoz Molina, COMO LA SOMBRA QUE SE VA. Ha sido muy valiente el escritor en estas páginas.

http://www.casadellibro.com/libro-como-la-sombra-que-se-va/9788432224157/2375193

También os recomiendo mi última lectura, Juan Villoro, EL TESTIGO.  Una novela inteligente y un viaje a México pinche güey carnalito....

http://www.anagrama-ed.es/titulo/CM_430


Por no irme muy lejos, si quieres comenzar una lectura con esta luz de primavera tan ansiada y tan bonita, tan necesaria y tan deseada, no te olvides de comenzar una novela de Roberto Bolaño.  Después de leer 2666, nada es igual.  Yo propongo su candidatura para el Premio Cervantes (aunque sea póstumo) y el agradecimiento y reconocimiento  universal.

http://es.wikipedia.org/wiki/2666_%28novela%29

Comienza otro año un 8 de marzo para celebrar el Día Internacional de la Mujer con una carrera solidaria, con una copa en alto, con un regalo, un libro quizás, con una flor, con unos versos de mujer valiente.

Comencemos juntos y juntas a deshacer los miedos y a construir siempre un comienzo y un mañana.  Yo hoy comienzo de nuevo a un reto que me costó y fracasé.  Pero comienzo hoy de nuevo, sin miedo.  Gracias a mis amigas y a mis hijas y a mis tías y a mi mami y a mis vecinas y a todas las mujeres que escriben y que leen y que no hacen ninguna de las dos cosas.  

Un beso especial para Rosario y Mercedes. Y estos versos para ellas.

Que tengas un buen día,
que la suerte te busque
en tu casa pequeña y ordenada,
que la vida te trate dignamente. 

Y un guiño a Gon, Giova, Valen y Vicen, que aguantan las caídas y ayudan en los comienzos.  

Y a todos los hombres que quieren mucho a sus mujeres.


MUJERES
(Luis García Montero )

Mañana de suburbio
y el autobús se acerca a la parada.

Hace frío en la calle, suavemente,
casi de despertar en primavera,
de ciudad que no ha entrado
todavía en calor.
Desde mi asiento veo a las mujeres,
con los ojos de sueño y la ropa sin brillo,
en busca de su horario de trabajo.

Suben y van dejando al descubierto,
en los cristales de la marquesina,
un anuncio de cuerpos escogidos
y de ropa interior.
Las muchachas nos miran a los ojos
desde el reino perfecto de su fotografía,
sin horarios, sin prisa,
obscenas como un sueño bronceado.

Yo me bajo en la próxima, murmuras.
Me conmueve el recuerdo
de tu piel blanca y triste
y la hermandad humilde de tu noche,
la mano que dejaste
olvidada en mi mano,
al venir de la ducha,
hace sólo un momento,
mientras yo me negaba a levantarme.

Que tengas un buen día,
que la suerte te busque
en tu casa pequeña y ordenada,
que la vida te trate dignamente.














sábado, 23 de agosto de 2014

"Mi libro favorito"... Javier Marías.

Cada verano comienza con la aventura de un clásico.  El viernes 11 de julio empecé TRISTRAM SHANDY de Laurence Sterne.

Detrás quedan los veranos dedicados a Los hermanos Karamazov, Ulises, Moby Dick, Guerra y Paz.... y atrás quedará mi ya amigo inseparable Tristram Shandy.  Atrás y detrás como quedará este verano que poco a poco se va apagando....  Un bonito verano de viajes y playita y niñas y marido y piscina.  Precioso verano de luz y sol y sosiego y familia y amigos y lectura.

El libro de Laurence Sterne me tentaba desde hace unos años.  Leí en agosto de 2006 Historia abreviada de la literatura portátil de Enrique Vila-Matas y conocí una "sociedad secreta shandy" que "aparte de exigirse un alto grado de locura, quedaron fijados los otros dos requisitos indispensables para pertenecer a esta sociedad: junto a que la obra de uno no fuera pesada y cupiera fácilmente en un maletín, la otra condición indispensable sería la de funcionar como una máquina soltera".  También se recomendaba como rasgos "típicamente shandys: espíritu innovador, sexualidad extrema, ausencia de grandes propósitos, nomadismo infatigable, tensa convivencia con la figura del doble, simpatía por la negritud, cultivar el arte de la insolencia"....  "Se hablará en estas páginas de quienes arriesgaron algo, si no la vida al menos la locura".

Después de este comienzo en mi admirado Vila-Matas en una novelita que no te dejará indiferente, descubrí que Tristram Shandy era la novela favorita de Javier Marías.  Increíble.  Ya no tenía escapatoria.  Sería mi lectura de verano.

Y la encargué.  Madre mía!! Novelón del siglo XVIII de 717 páginas (Alfaguara) traducción de Javier Marías.  Literatura portátil, portátil, no iba a ser. Vila-Matas y su ironía!!!!  
En fin, esto me pasa por fetichista. Yo quería saber y leer la novela favorita de mi autor favorito, de Javier Marías, y la fascinación tiene un precio.  Un precio, al final, complejo, que me ha llenado de admiración.  Una novela inclasificable, llena de digresiones, de humor, de reflexiones, de sermones eclesiásticos, de tratados, de bromas... con una puntuación original y una tipografía actualísima.  Ironía, sarcasmo, filosofía, vida, religión, amor, sexo, ciencia.... Una aventura que bien merece la comida que prometí a mis hijas el día que la terminara.

Porque he necesitado también de su tiempo para esta densa lectura.  ¿Morena?? Claro que estoy morena, la cantidad de moreno necesario para la lectura de esta novela en la piscina a todas las horas posibles.  Un gran verano.

Voy a terminar con las palabras de Javier Marías que bien valen infinito más que las mías: "Tristram Shandy es mi libro favorito: es, a un tiempo, la novela clásica más cercana al Quijote y a la del siglo en que escribo; tanto su recuerdo como su frecuentación esporádica me producen un indefectible placer; puede abrirse por cualquier página, con asombro y sonrisa siempre.  No creo haber aprendido más sobre el arte de la novela que durante su traducción.  Sin duda, mi mejor obra."  (Javier Marías, contraportada).

En fin, que como dije más arriba... se cierra el libro y con él se va apagando el veranito... Pero queda luz y sol y calorcito para un rato más.  Así que a por una nueva lectura que para eso ha sido mi cumple y mi casa rebosa nuevas páginas.

Hasta luego.  Me voy a la pisci que me encanta el sol y daré comienzo a una nueva aventura.  Ángel, lo haré, desde luego, con una copa de vino blanco bien frío.  Y con la prometida comida para mi familia que tolera (y anima y aviva) mis grandes huidas literarias.

Un beso, felices días de agosto y felices, felices, felices lecturas.
Sonia Plancton.

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martes, 4 de febrero de 2014

Uno de los días más felices de mi vida.

Hoy celebro con mis "improbables" lectores la entrada número 50 de este blog del Club de Lectura.  Y lo voy a hacer con una experiencia excepcional que al final ha ocupado todo el día de hoy.  Y no es una frase hecha, acabo de quitarme las botas desde las siete de la mañana.

Hoy celebramos otro tipo de libros y otro tipo de literatura, pero literatura al fin y al cabo porque pertenece al mundo de la ficción, a ese otro mundo que nos construimos los que leemos y que nos completa con sueños, paisajes, héroes, amores, traiciones, calles, taxis, hoteles, ciudades nuevas, ventanas, historias...  Hoy mi homenaje es para la literatura juvenil.  Por las razones que voy a contar ahora.

La primera es obvia.  Paso la mitad de mi jornada rodeada de adolescentes que viven la vida intensamente.  No digo las clases!!!, digo los sueños, los paisajes, los héroes, los amores, los desamores!!!, las traiciones, las calles..... las historias.  Todo está magnificado por una pasión y una emoción que no deja de asombrarme.  Aunque lo haya vivido, aunque lo vea todos los días, todos los años, todos los cursos, no es posible quedarse impasible ante esas lágrimas que lloran el fracaso más absoluto y que pueden pasar a la carcajada más sonora en cuestión de segundos.  Raras veces se vive la vida de manera más intensa.  
Por eso les duele tanto todo.  Por eso lo disfrutan tanto todo.

Cuando encuentran una novela como Pomelo y limón y les gusta mucho sé con seguridad que es porque de alguna manera se ven reflejados en esta novela realista y juvenil que trata los temas que les preocupan. Son pocos, en realidad: la amistad, su sentido de la justicia y el amor.  A los chicos alguno más como el último partido del Atlético, pero es solo hasta que ven a María o a Patricia o a Laura o a Nuria el lunes.... Hasta el fútbol se hace secundario en estos momentos... cosa que no ocurre una vez que han cumplido los treinta....

Hoy celebro que su autora Begoña Oro ha venido a conocer a nuestros chicos, a los alumnos de 2º ESO que habían leído la novela.  Y lo celebro porque el encuentro ha sido precioso. Muy entrañable, motivador y dinámico.  Una experiencia muy bonita y espero que enriquecedora para ellos, que es de lo que se trata en definitiva.  

Begoña Oro es una escritora.  De novela infantil sobre todo.  Pero presentó Pomelo y limón al premio Gran Angular de literatura juvenil de SM y lo ganó.  Editora.  Traductora.  Viajera.  Pianista.  Comprometida con la maravillosa frase de que "si lees puedes cambiar el mundo". Pero además cuando la ves te quedas maravillado.  Una mujer tan hermosa, tan bonita con un vestido verde de raso hasta los pies, su sonrisa perenne, su mirada atenta.  Un mujer preciosa también por dentro, alerta y generosa con nuestros chicos.  De verdad que ha sido una de las cosas más bonitas que he tenido el gusto de compartir con mis alumnos.

Pero es que además es la escritora favorita de mi hija Paula.  ¡¡Vaya desilusión cuando se enteró de que hoy tenía un examen en su insti y  NO me la podía llevar al Juanelo!!!  Pero como el día ha sido tan bonito... todo tenía que concluir bien.  
Begoña Oro y yo hemos quedado a tomar unos vinitos a mediodía hasta su próximo encuentro con otros jóvenes ¡¡¡de un colegio de mi barrio!!! Al final Paula podría ver a su autora, vaya sorpresa le iba a dar.  
WhatsApp: Paula, cariño, come rápido lo que tienes preparado que te espero a las tres y cinco en la esquina equis con alguien muy especial....

Y así ha sido.  
Y os lo cuento porque quiero compartir la ilusión que me ha hecho poder darle la sorpresa, poder llevarla, poder presentársela, poder compartir con ella el momento mágico de conocer a su autora!!! Yo sé muy bien qué se siento cuando eso ocurre.

Y porque no hay nada más maravilloso en el mundo, nada de nada de nada de nada, que oír a tu hija decir: "Gracias mami, hoy ha sido uno de los días más felices de mi vida".


lunes, 2 de diciembre de 2013

CANADÁ TIENE UNA HOJA ROJA EN SU BANDERA!!!

Ya es diciembre. 
Este frío antiguo, de siempre, nos regala tardes de luz de lámpara y libros nuevos.  Líneas nuevas, recién estrenadas, historias por descubrir, regalos.

Entre pilas de exámenes y en un descanso, me paro un poco, brevemente, para concluir que estas últimas semanas han resultado espléndidas en los paréntesis que brinda la lectura gracias a dos novelas bien distintas.  Miguel Delibes, La hoja roja.  Richard Ford, Canadá.

La hoja roja es ese marca que había en los librillos de fumar para avisar de que solo quedaban cinco papeles y que habría que ir comprando otro...  Cualquier fumador sabe que quedarse sin tabaco, sin mechero, sin papel de fumar y tener ganas de encender un pitillo es un desastre, una tragedia griega, un momento de desesperación que hace ponerse las botas al más pintado y bajar al garaje, coger el coche, ir al último bar abierto, llegar a la máquina de tabaco y... Genial, nada de patetismos.  Soy feliz.  Por cierto, os voy a confesar con una sonrisa que en uno de estos ataques vergonzosos el camarero, cuando le pedí cambio para la máquina de cigarrillos, me dijo: "¿Tienes la edad para sacar tabaco?" Y con mis arrugas de cuarentañera me fui más contenta que unas pascuas.  
Pero el libro no trata del tabaco.  La hoja roja es una metáfora de la vejez, de la "sala de espera", del último trecho.  Además de tantos otros temas, como muy bien dijo Samuel en el Club de Lectura.  Es cierto que parece que lees una novela sencilla, porque lo es, pero cuando cierras el libro decenas de reflexiones te asaltan, inevitablemente.  Una gran novela.  Grande Delibes.  Eva, te echamos mucho de menos el miércoles.  Muy grande también el Club de Lectura Juanelo Turriano.

También he terminado Canadá de Richard Ford.  Te dejo en este enlace su entrevista en Página 2 para que disfrutes de este hombre que a mí me tiene cautivada.  


He leído más novelas de Richard Ford y me han parecido más especiales pero no creo que sea porque Canadá resulte peor sino por el deslumbramiento que me produjo su descubrimiento.
Ahora, con Canadá, he disfrutado tanto que me he llevado conmigo la novela a todos los sitios posibles donde sabía que podía tener un rato de lectura y he aprovechado en casa cada momento robado a las obligaciones para seguir en sus páginas.
Un excombatiente norteamericano retirado y sin trabajo fijo y su esposa, ama de casa, frustrada poeta y mujer muy especial, deciden robar un banco.  Esta decisión, que acabará mal (lo cuento porque se dice en las primeras líneas de la novela) va a suponer un antes y un después en la vida de sus dos hijos mellizos, chico y chica, de 15 años.  
Solo un autor excepcional puede escribir en las dos primeras líneas de la novela sobre ese atraco y sobre unos asesinatos que se van a producir en la página 400 sin que la narración pierda un ápice de interés, sin que sea eso crucial para que la lectura de estas páginas sea completamente estimulante.  
Porque realmente por lo que tu mente va navegando es por las decisiones que vamos tomando, por la soledad, por el desamparo, por los errores, por los recuerdos de la adolescencia, por esa única mano que te ayudó un día, personajes secundarios que devienen en imprescindibles, por la amistad, por la vida.

Por nuestra vida que, al cabo, es una vida hecha de todas las cosas que nos han pasado y de todos los momentos que hemos vivido.  Y cuando consigues poner todas las piezas aparentemente dispares en un rompecabezas y van uniendo unas con otras, cuando van casando, nada es ajeno ya a nosotros.  En absoluto.  Es nuestro.  Somos nosotros.

Quizás tengamos que llegar a sacar esa hoja roja del librillo de Delibes para darnos cuenta de todo lo que somos y sobre todo, de todo lo que hemos sido y que nos hace únicos.

De momento yo sigo pensando que tengo mucha suerte de tener una familia increíble y unos amigos que, repartidos por varias regiones, me siguen alentando.  Dejaré los rompecabezas para otro rato, ahora solo quiero elegir una nueva novela...

Un beso y ¡¡felices lecturas!!






miércoles, 16 de octubre de 2013

Dos estaciones y tres novelas.

No existe razón alguna para que yo me siente aquí y escriba de nuevo.  Mis -improbables- lectores (Manuel Rodríguez Rivero) no me echan de menos y el que lo hace se refiere a mi blog como "puticlub de lectura".  En su disculpa juega la ventaja de que -de momento- le perdono todo por su chispa y gracia y porque tiene una familia a la que adoro, él incluido.
Pero la literatura envuelve los días en mi persona desde la primera hora de la mañana.  El lazo que desato poco a poco desde esas horas que deberían estar prohibidas, deja salir lo que llevo dentro atesorado a través de los años y me voy liberando de un equipaje que paradójicamente crece día a día gracias a mis alumnos.  Cuando parece que la caja está vacía llega la noche, extraña siempre, y con ella alguna página, más o menos, según el nivel de abatimiento que ha dejado el día.  Y comienza a atarse de nuevo el lazo, comienzan las solapas de la caja a apretarse, a ponerse una encima de la otra para permitir que ese lazo mágico haga un nudo y una lazada y, sin querer, todo comienza de nuevo.

Recuerdo estas noches de verano con todos los libros que esta estación me trajo.  Noches hermosas sin fin, sin ruido ni frío, sin viento ni alarmas.  Noches de lectura infinita al amparo del abandono de los horarios y la complicidad del tiempo.  Preciosa palabra esta, tiempo.

Del verano rescato dos títulos entre todos: Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías, que releí con un ansia nueva y que me llevó a una lectura distinta, madura, profunda, de una novela que, sin ninguna duda, recomiendo y luego, de nuevo, recomiendo.  
Y también, por muchas razones, Personas como yo de John Irving.  En esta última novela encontraréis además de varios personajes que buscan su identidad sexual, un homenaje a la tolerancia y al respeto, una reverencia al teatro en general y a Shakespeare en particular, la historia de una vida contada de manera sencilla pero con un poso que se va filtrando en el alma y te lleva de la mano a través de unas páginas muy bien escritas que nos muestran una vida poco convencional desde el más absoluto aprecio, consideración y por mi parte, admiración.

Y... Llegó el otoño.  Y con sus hojas, las lecturas.  Y uno de los mejores libros que he leído en toda mi vida.  Ahí va: Roberto Bolaño, 2666.  Anagrama.
La crítica habla de "audacia y de poderío narrativo".  Yo no lo sé.  No sé.  Yo sé que tengo en mis manos cada día 1121 páginas, que el libro pesa, que pesa más la historia, que pesa mi angustia y pesa mi deslumbramiento.  Sí. Estoy deslumbrada, esa es la palabra.  Nada más que añadir.  Nada del argumento.  Descubre Santa Teresa, una ciudad inventada al norte de México, en el estado de Sonora y ven al viaje sin prejuicios y sin maleta.  No te hará falta nada porque es el único viaje donde la maleta se va haciendo y no deshaciendo.  Una locura de novela, algo grande, algo genial.  Sí, eso es.  Una novela genial.  Basta ya de chingaderas.

Y me despido con unos versos, que para eso estoy exprimiendo a Bécquer en mi clase de Bachillerato de Ciencias.  A pesar de que hoy me he puesto una camiseta que rezaba por tres veces "Amor, Amor, Amor" no he conseguido más que sonrisas cómplices, frases como "el amor es indescriptible, profe" "lo de las mariposas en el estómago es cosa de la química" o peor aún "cuando ya lo has conseguido te puedes relajar". Jajajaja... Lo siento si no eres profesor, porque insisto en que tenemos la mejor profesión del mundo.  


En fin, que:

podrá no haber poetas
pero siempre habrá poesía.

Un beso renovado, un deseo de muchos momentos que sean poesía y siempre, siempre, ¡¡felices lecturas!!

Sonia Plancton.