Guadalupe Iglesias. AL FIN LA LUZ.
Leonardo
Padura cumplió su compromiso. Y vino a
Toledo. Con Lucía, su esposa. Y anduvimos por las calles mágicas de esta
ciudad, conociéndonos y confesándonos.
Más allá de la pluma, Padura es un hombre generoso en la conversación,
de palabra y mirada claras, un regalo de la vida que me enlazó a dos
promesas. La primera, ahorrar lo
suficiente para comprarme un vestido de una firma cara para cuando tenga que
acompañarlo a Estocolmo. La segunda,
leer Al fin la luz de Guadalupe
Iglesias, novela que prologa el propio Padura.
Cuando
encargué a Alberto -mi sonriente librero- este libro, me encontré con una
edición de Huso mimada, donde sus páginas no tienen prisa, una fiesta en blanco
y negro de palabras y citas y canciones y fotos. De espacio para la emoción al final de cada
capítulo, de lectura que se te agarra al alma, irremediablemente.
Guadalupe
Iglesias, Lupe como le gusta que la llamen, nos cuenta su durísima experiencia
cuando se ve afectada por una enfermedad llamada retinosis pigmentaria que la
convertirá en una persona ciega. Pero el
libro, lejos de ser un lamento o recrear lo doloroso del proceso, la
frustración, el pesar, la injusticia, el por qué a mí, lo funesto que a veces aparece
en nuestras vidas, es todo lo contrario.
Es un elogio a la superación. Es
la prueba sorprendente y vibrante de que el ser humano puede superar las
experiencias más traumáticas con el apoyo de los seres queridos, con una
voluntad de hierro, con la certeza de que nadie vivirá nuestros días por
nosotros.
Agosto
es un mes complicado. Siempre he sentido
que viene sigiloso para enredarte en una red melosa de canto de sirena y si no
estás alerta te conduce desde la gozosa holganza a la acechante tristeza. Al menos así es para mí. Al fin la luz vino a mi
agosto para hacer un trueque: cambiar las lágrimas repentinas, traidoras,
desleales, por otras que han sido sonrisa, admiración, empatía, amistad. A medida que iba leyendo este libro lo iba
comentando con su autora porque a cada rato necesitaba decirle cuánto estaba
deseando darle el abrazo que me faltaba.
Su abrazo me llegará por fin el jueves 27 de septiembre, cuando
presentamos Al fin la luz en el salón
de actos de la ONCE de Toledo. Por
cierto, espero que venga todo el mundo pues como dice Lupe con mucha guasa, que
no sólo vengan personas ciegas porque lo importante es vender también el libro
en papel.
Cuando
lees Al fin la luz no sólo se tiene
la oportunidad de asistir a una de las muchas historias de superación personal
que podemos conocer. Quedarse ciega en
la edad adulta, con una hija de seis años, con todos los proyectos truncados, con
la rabia y la negrura, no son ni por asomo los motivos que conducen a la
emoción. El lector de este libro se
asombra más de la cantidad de veces que lee, que escucha con el corazón “yo soy
una privilegiada”. No seré yo quien
cuente su experiencia, para eso ya están las páginas que Lupe ha escrito con
tanta verdad, aunque sí me gustaría dejar constancia de lo que suponen para el
lector, de lo que a mí me ha anegado, me ha zarandeado, me ha devuelto la
vista.
Con
Lupe he visto Madrid de otra manera. Lo
he disfrutado con la dimensión del sentimiento.
He sentido la caricia del sol en un banco de un parque de
Barcelona. He recreado el cuadro de La rendición de Breda y todo el Museo
del Prado como nunca antes lo había percibido.
He vuelto a tomar ron cubano con Carlos el Flaco, el amigo común de Lupe
y Padura, ahora consciente de verdad de su silla de ruedas. He escuchado Yo quiero tener un millón de amigos, de Roberto Carlos, como si
fuera la primera vez. Me he inquietado
cuando he sentido un fuerte tirón de orejas de Guadalupe Iglesias: “necesitaría
que mis días tuvieran treinta horas para poder hacer todo lo que quiero”.
Y de
regalo, asumo una tarea bien hermosa.
Ahora cada día elijo dos imágenes para fijarlas en mi memoria, para
atraparlas. Y valoro más que nunca ver y mirar con atención la cara de mis
hijas.
El Festival del cine y la palabra, CiBRA, les invita a la presentación de Al fin la luz, de Guadalupe Iglesias, el jueves 27 de septiembre a las 18:00 horas en el salón de actos de ONCE, calle Reino Unido 10, en Toledo.
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