martes, 20 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD

Salí a las seis de la tarde de casa, rápido.  Llegaba tarde.  Paula teminaba su clase de hip-hop de los viernes donde tan bien se lo pasa y donde descarga toda la tensión de la semana.  "Buenas tardes, ¿aún no han salido?  No, Sonia.  ¡Salen a las seis y media! Madre mía, es verdad, qué despiste..."  Así que decidí que esa media hora era un regalo y opté por pasear un rato, con lo que me gusta....

"¡Madre mía! ¡María Nieves! ¡Cuánto tiempo!" En este momento de error, de no cálculo, de equivocación, el paseo se convirtió en acierto.  María Nieves era la jefa de mi Departamento cuando yo aterricé en el Juanelo hace ya siete años (creo).  Una profesora discreta en el claustro, que se negó a asumir la reducción horaria que podría haber utilizado por su edad.  Que compraba para el Departamento revistas como Ínsula y publicaciones de gran calidad literaria.  Especialista en Valle-Inclán y en el 27 y lectora voraz en una vida en la que sus libros alejaban la palabra soledad.  Y se jubiló tan discretamente como había pasado por el Centro.  Y se fue.

Y en esta tarde donde no estaba concertado el encuentro, la casualidad y esta media hora no prevista me trajeron un momento realmente maravilloso, un regalo.  Veréis.

Sin preámbulos vacíos, después de saludarme, María Nieves me dijo: "Pues mira, Sonia.  He salido de casa con esto en el bolso, por si me encontraba con alguien a quien pudiera dárselo.  Hoy he sacado a dar un paseo a Luis Cernuda y hoy mi regalo para ti es esto".  Y, efectivamente, sacó del bolso un sobre precioso en tono ocre que abrí... ¿Cernuda?  Madre mía, ha sacado a pasear a Luis Cernuda y me lo regala.  ¿No es asombroso?  Y lo que encontré dentro rezaba así:

La adoración de los Magos.

Melchor

Ha de encarnarse la verdad divina
Donde oriente esa luz.

..................................................

Pálida está la noche.  Y esa estrella
Más pura que los rayos matinales,
Al dar su luz palpita como sangre
Manando alegremente de la herida.
¡Pronto, Eleazar, aquí!

Hombres que duermen
Y de un sueño de siglos Dios despierta.
Que enciendan las hogueras en los montes,
Llevando el fuego rápido la nueva
A las lindes de reinos tributarios.
Al alba he de partir.  Y que la muerte
No me ciegue, mi Dios, sin contemplarte.

Luis CERNUDA.

Lo leí en silencio.  En medio de la calle.  El frío y la gente se desvanecieron.  Abracé a María Nieves y le di las gracias.  Y lloré delante de ella como una niña muy pequeña.  Muy pequeña.  Y sentí que había llegado la Navidad.  

Porque la Navidad es para mí este tiempo de encuentros, de regreso, de hogar, de fuego, de lumbre, de hermanos y sobrinos, de amigos que te esperan para abrazarte, de amigos a los que tienes que ver antes de que acabe el año para agradecerles que siempre estén ahí, de amigos de los que te despides hasta la semana que viene y que te esperan porque regresarás a casa, de mi padre feliz en la mesa llena, de mis hijas disfrutando de una lejana familia.  De esta compañera que sacó a pasear a CERNUDA y me lo regaló y yo me desvanecí con el frío.  En una lágrima.  En un gracias.  En un momento muy especial.

A todos los que me leéis y a todos los que me queréis, ¡¡FELIZ NAVIDAD!!.



3 comentarios:

  1. Larga vida a las "coincidencias no casuales" y que cada año pendan del árbol del mundo más y más lágrimas luminosas de emoción...
    Y que a los mates "recortadores" la vida les recorte el brillo hasta quedar reducidos a una mera transparencia. Salud y encuentros. jB

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  2. Leer estas líneas en mi pequeño descanso de estudiar para el examen de mañana me hacen retomar mi labor con ganas. Sonia, deja de emocionarnos que no ganamos para lágrimas. No se me olvida que tenemos que vernos estas navidades :)

    Feliz Navidad

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  3. Me ha encantado esta entrada Sonia, te deseo lo mejor para el año que viene, y que continúes con esa ilusión!
    p.d: Habrá que echarse un libro a la mochila para alegrarle el día a alguien no?

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