miércoles, 23 de febrero de 2011

Celebración de la fantasía.

Hoy es miércoles veintitrés de febrero, una fecha muy importante porque se ha celebrado la sesión mensual del Club de lectura "Juanelo Turriano".  Las reminiscencias que os pueda traer esta fecha quedan olvidadas y caducas pues en la basura debe estar lo que resultaría insultante sólo recordarlo.  No merece la pena.
Sí la merece el comentario de Paul Auster y su Invisible.  Por lo que sé las opiniones han estado muy divididas, por un lado ha gustado mucho y por otro, nada.  Esta polaridad es genial para una discusión amable sobre literatura y novela y me da mucha envidia no haber podido asistir al club.

Pero tengo una gran excusa que tiene un nombre precioso: Violeta.  Mi cachorro tenía uno de sus primeros cumpleaños y no se lo podía perder.  Hay citas ineludibles y las que tienen tanta importancia las aceptas sin más.  Su mejor amiga cumplía cuatro años!! y eso no pasa todos los días.
Intentaba acordarme de algún cuento bonito para hoy, en honor a la literatura y a los niños y de pronto me ha venido a la cabeza un micro-relato de Eduardo Galeano, un escritor uruguayo que conocí gracias a la preciosa Agenda de la solidaridad que puntualmente cada uno de enero me regala mi muy querida amiga Cristina. 

Mirad qué bonito:
Celebración de la fantasía.
"Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.

Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:

-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo

-Y anda bien -le pregunté

-Atrasa un poco -reconoció".

1 comentario:

  1. Si hay casualidades en la vida, ésta es una de ellas. Ayer, precisamente ayer, pensé en Eduardo Galeano. Hace dos años que un amigo me lo recomendó.
    Mi amigo, que es un idealista, siempre repite una cita de él. La comparto con vosotros porque yo sí que creo que es bueno echar la vista atrás de vez en cuando para darnos cuenta de lo recorrido ( lo digo por el 23 F), y de lo conseguido.


    La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
    Eduardo Galeano.


    Bueno el club de lectura estuvo muy bien, opiniones variopintas pero de eso se trata ¿ no ?.

    Hasta el Viernes a las 5 de la tarde. Hora torera.

    Saludos a todos.

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