martes, 1 de marzo de 2011

Una ruta gastronómica.

Ayer me mandó un amigo (esa palabra tan grande) un enlace que me llevó a una nueva publicación de uno de mis escritores favoritos: Enrique Vila-Matas.  Y también un enlace que me adentró en un relato inédito de este autor y que me gustó mucho.  Los títulos y el autor para una entrada que pienso dedicar a este escritor en exclusividad, hoy es simplemente un aperitivo.  De hecho creo que es el entremés en lo que hoy os presento como un menú de lectaurante, denominación que he empleado para la biblioteca de mi Centro.

Me explico.  Estaba yo pensando cuando recibí el enlace que no hay manera de avanzar de este modo con las lecturas.  Me vuelvo a explicar.  Leo a Javier Marías y Vila-Matas publica algo para la siguiente semana.  Y termino con Vila-Matas y algo nuevo de Antonio Muñoz Molina sale para que yo vaya corriendo a la librería.  Y cuando termino, ya está de nuevo Marías haciendo algo de las suyas, si no es publicando, recordándome a través de algo o de alguien que me quedaba algo por leer de él. 
Leeré lo nuevo de Vila-Matas, pero no puedo dejar de pensar en las ganas que tengo de que llegue abril y con él la nueva novela de Javier Marías, Los enamoramientos.

Y eso, por razones absolutamente intrínsecas a mi vida cotidiana, me llevó al menú limitado de mi muy mal comedora Violeta.  Come de todo porque le ha tocado una madre muy pesada y muy maña, pero en realidad ella se alimentaría a base de puré de verduras, croquetas caseras que previamente me cocina mi madre en número de cien, me congela y me traigo de viaje a Toledo (las voy sacando poco a poco) y yogur natural azucarado, Activia a poder ser.
Y pensando pensando me pregunté si Marías no sería mi puré de verduras, Muñoz Molina mis croquetas caseras y Vila-Matas mi especialito yogur natural azucarado de marca concreta. Luego hay más, claro, y muchos, gratas sorpresas, pero se parecen mucho a eso que también hay que probar porque hay que intentar comer de todo para tener perspectiva, juzgar y saber si te gusta o no te gusta.

Aunque, claro, también está lo que nunca te comerías, cabeza de cordero asada, vísceras que harían las delicias de Leopold Bloom, una pizza con sabor a barbacoa o pescado crudo.  Y lo que nunca leerías, da igual que nunca antes lo hayas probado (los ejemplos los obvio, no soportaría presentarme como censor en ningún caso de ningún título, todos tienen sus lectores).

Y si no me creéis os diré que hace un mes leí El jinete polaco de Muñoz Molina. Entre Invisible y Emma, leí Corazón tan blanco de Marías.  El viernes compraré a Vila-Matas y en abril de nuevo publica Marías.  Lo mejor de esta dieta es que jamás se me ha indigestado, ni una mínima molestia intestinal ni de ningún tipo.  Yo diría, de hecho, que todo lo contrario.  Cuanto más los devoro más placer encuentro.  Me pasa lo mismo con la comida italiana.

Y no están los tiempos para despreciar placeres.  De ningún tipo.

3 comentarios:

  1. Sonia, ahora que hablas de alimentos mentales de difícil digestión , tu amiga te propone uno que en su día le encantó, porque casi me hizo vomitar, es decir, removió mi conciencia y mi estómago .Houellebecq, "Plataforma".Besos!

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  2. Cristina!!!! Bienvenida a mi blog, no te creas, también queda cerca del Infierno(s)!!!! Conociendo tus abismos me dejaré Plataforma para el veranito donde digiero mejor estómagos y lecturas. Guárdame el libro al lado de esos dos vasos espirituales y espiritosos. En los infiernos y en los abismos siempre hay ron (y amigos).

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  3. Libros y personas amigas, me parece la base de una dieta muy equilibrada. Ah, se me olvidaban las cañas prometidas, supongo que eso en la pirámide nutricional estará en ocasionalmente... pero que sean pronto! Besos, me ha encantado leerte.

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