martes, 29 de marzo de 2011

Juglares y presagios.

Ayer tuve una tarde juglaresca.  A las cinco había quedado en mi centro con el juglar Crispín D'Olot y, como cada vez que eso ocurre, fue una tarde especial.

Para quien no lo conozcáis os diré que Crispín es un juglar que recorre los pueblos y las ciudades de España acercando la poesía desde la Edad Media hasta la actualidad en sesiones llenas de humor, magia, luz y entrega.  Solo tenéis que poner en un buscador de Internet su nombre y podréis conocerlo a él y también una muestra de su espectáculo.

Desde las cinco llegaron, otra vez, a mis oídos sonidos de laúdes, flautas, cencerritos y otros instumentos de antaño una vez que descargamos su coche.  A mí me encanta que suene un ratito en un miniensayo porque él no lo sabe, pero toca solo para mí. 
La función con los alumnos ha sido hoy y por primera vez me la he perdido, tenía clase y no me ha cuadrado poder ir.  Pero los muchachos han salido, como siempre, alucinados, risueños, atrapados en la poesía y en la música, y lo mejor de todo es que ellos no son absolutamente conscientes de lo mucho que han aprendido.  Más que en unas cuantas clases de rollo de literatura. 

Además de oírlo, como ya somos un poco amigos, Crispín y yo charlamos.  Cada año me preocupa dónde va a pasar la noche, para venir al día siguiente puntualmente a desayunar conmigo.  Y a mi pregunta contestó que esta vez dormiría en Getafe porque quería visitar a un amigo.

Bien.  Hasta aquí parece una tarde con un amigo al que veo una vez al año.  Pero además de a Crispín, yo llevaba todo el día a Getafe en la cabeza.  Presagios.  Casualidades.  Muecas.

Por la mañana (o el día anterior, no recuerdo), había sabido que uno de los poetas que más admiro y leo, Luis García Montero, realizaba un recital de la poesía de su último libro en una sala de Getafe llamada "José Hierro" y así se lo hice saber a Crispín.  Y yo quería ir.  Quería ir a toda costa.  No quería perdérmelo.  Pero me lo perdí.  Porque soy una cobardica y me dio palo volverme yo sola, por la noche, desde Getafe a Toledo, acababa a las diez como pronto y yo soy una pava.  Dios, la de comentarios que voy a tener que soportar a partir de mañana!!  Pero veréis que me sentí peor porque lo tenía a huevo.  Me iba con mi amigo y juglar Crispín D'Olot hasta Getafe, veíamos a Luis García Montero juntos y me volvía.  No fui.

Pero.  Mi juglar me dijo que él sí iría.  Y cuando nos despedimos, me dio muuuuucha envidia porque sabía su destino y lo que le supondría oír la lectura de Un invierno propio, que es así como se titula el último libro de poemas de este autor.  Eso sí, quedamos hoy temprano para desayunar y para que me contara TODO.  Y así ha sido.  La lectura, especial, claro.  Me ha comentado que la gente luego le preguntaba cosas más sociales y que para romper un poco el hielo él le hizo la pregunta menos remota: "¿qué tres poetas te llevarías a una isla desierta?"  La respuesta fue, Cernuda, Gil de Biedma y Alberti.  Ý yo estuve un poquito ahí porque me ha dicho el juglar que Gil de Biedma le recordó a mí y a nuestra conversación.  Y el café de por la mañana ha estado más rico que ningún día.

Crispín, que sé que me lees, gracias.  Eres una persona excepcional.  Me ha encantado verte otra vez, me gusta tenerte por la Red y me gustan los comentarios que haces o los correos o poesías que me mandas.  Aún tengo que buscar la peli que recomiendas en la entrada que dedicamos al "numero pi" pero lo haré y la veré.  Suerte con tus espectáculos, nos vemos enseguida.

No me despido con un poema de Un invierno propio, porque quiero dedicarle una entrada para él solo.

 Voy a hacerlo con un poema precioso de Paul Verlaine, que me recuerda a Cernuda, mi querido y mi poeta, Luis Cernuda.  Porque yo creo en los presagios.  Y porque mañana es el cumpleaños de Verlaine.

Tú crees en el ron del café, en los presagios,
y crees en el juego;
yo no creo más que en tus ojos azulados.
Tú crees en los cuentos de hadas, en los días
nefastos y en los sueños;
yo creo solamente en tus bellas mentiras.
Tú crees en un vago y quimérico Dios,
o en un santo especial,
y, para curar males, en alguna oración.
Mas yo creo en las horas azules y rosadas
que tú a mí me procuras
y en voluptuosidades de hermosas noches blancas.

Y tan profunda es mi fe
y tanto eres para mí,
que en todo lo que yo creo
solo vivo para ti.

Paul Verlaine.

2 comentarios:

  1. Ciertamente, Sonia, te he leido y has rubricado con tus palabras mis mejillas. Para los que amamos la lectura esto de que nos pinten a párrafos nos encanta. Muchas gracias por tu voz, por tu inciso sobre García Montero y por cederme tu asiento en un recital precioso. Era como sin un asunto urgente de última hora te hubiera lo impedido y generosamente hubieras regalado tu localidad.

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  2. Un placer que mi localidad hubiese estado reservada para ti, Crispín. Que yo escuche a Luis García Montero es sólo cuestión de tiempo. Y entonces te lo haré saber.
    Un beso medieval, para ti.

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